Soy abogado en ejercicio de mi profesión desde hace más de treinta años. La experiencia en la vida, y especialmente mi trabajo, me han enseñado a observar minuciosamente todo lo que se mueve a mi alrededor.
Con esa inferencia sopesaba vigilar al vecino nuevo, porque me impactaba su aspecto raro: Túnica de tela áspera, largo cabello y cinta rodeando la frente, sandalias de cuerda, barba desarreglada…. En realidad, en mi interior me planteaba si no tendría algún problema con su salud mental.
Ayer me abordó en el ascensor y mientras yo peleaba con mi maletín, las llaves de casa y las bolsas de la compra, él sonreía alegremente sujetando un monopatín.
Mirándome fijamente me preguntó si yo era un “bocero”
– ¿¿¿Un quéeeee???
Así se denominaba antiguamente a los abogados.
Buceé dentro de sus ojos azul profundo buscando un ápice de cordura y le pregunté si tenía algún problema.
-Necesito proteger mi vida- dijo mientras sacaba de su mochila un antiguo pergamino y lo extendía ante mis ojos para que tuviera acceso a leerlo -algo que no pude hacer porque estaba escrito en arameo-
Ante mi confusión se fue directo al fallo:
-Condenado a morir crucificado… -dijo enfadado- ¡Otra vez!
Le miré sorprendido.
Dulcificó su expresión y dijo:
-Lo siento perdone, pero compréndame, ya me cansé de tanta vigilia y tanta pascua ¡Que ya son 2000 años… y pico!
M.L. VENTURA
TORRIJAS DE LECHE para alimentar la pasión de creyentes y no…
Dibujo CAPIROTE, Pradit .
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