LA (in)UTILIDAD DE LA AUTOAYUDA. “Sainete Andalú”

Autor: Miguel Ángel Bueno

Zaragoza

I


Mi amigo Paco se cruzó en la calle con Juan.

– ¡Ozú! ¿Qué te pasa Paquito, que andas cabisbajo?

No sé Juanillo, ando tristón

– ¡Paquito de mi arma!, a mí me pasaba eso, y mira, de casualidá, vi una página en el interné que se llama la utilidad de la autoayuda. Leí un testo al azar y me cambió la vida Paquillo, no veas que feliz soy…

Paco no le hizo mucho caso, porque nunca había conocido a nadie tan simple como Juan. Con casi cincuenta años aún vivía con su madre, y no había durado en un empleo más de tres meses. No obstante, la cosa le daba vueltas en la cabeza. Llegó a casa, cenó y después encendió el ordenador. Buscó la página y leyó una frase al azar:

 “Hoy empieza tu nueva vida. Tú eres luz, pero no brillas porque los que tienes a tu alrededor apagan tu resplandor. Piensa que no te dejan crecer y tú eres muy grande, pero te empequeñecen. Rompe con todo. Se valiente, porque tú vales más que todos. Tu pasado ya no existe, ahora solo es tu presente. Quítate la mochila de lo que cargas. Se contundente, ya no hay medias tintas. Haz que brille tu luz. No debes nada a nadie, el mundo te lo debe a ti. No mires atrás. Haz que te valoren como te mereces. No lo pidas, exígelo, que no se note debilidad, pero hazlo con humildad. Se valiente y avanza”.

Megan Smith. Psicóloga.

Un escalofrío recorrió su columna vertebral y se quedó pensando .

-Esto es pa mí- se decía una y otra vez.

II

Se acostó y apenas pudo dormir. Al levantarse se quedó inmóvil en la cama. El texto no se le iba de la cabeza, cuando un grito le sacó de su pensamiento.

 – ¡Pacoooo a desayuná!

 No abrió la boca durante el desayuno y cuando acabó, Julia, su mujer, le preguntó:

Shiquillo ¿qué te pasa que no has disho ni mu?-

Paco, con voz temblorosa dijo:

 – Ná, Julia, que sacabao, que yo soy luz y tú no me dejas brillar.

Julia se levantó, le dió un bofetón con la mano abierta y le dijo:

 – Aquí la única luz que no brilla es la de la mesilla que lleva una semana estropeá, y haber si la arreglas. ¡Anda!Tira pal curro.

Paco se marchó.

¡Menuda hostia ma dao la Julia! Argo ha fallao- pensó.

 Empezó a darle vueltas, y cayó en su error.

“Se contundente”- eso ha sío. Se va a enterar cuando vuelva. Va a ver lo que es ser contundente.

III

Ya tenía en la cabeza su segunda parte del plan. Entró en el banco y fue a hablar con Mariano, el director con el cual les unía una buena amistad.

Oye Mariano ¿sabes qué te digo?¿er préstamo que firmamos la semana pasá?¿Ta cuerdas?

Sí Paco, lo recuerdo perfectamente, que Julia no quería que lo avalase tu suegro y que era para cancelar los tres préstamos que tenéis y unificarlos en uno. Pero Paco todo eso lo lleva tu mujer, tú nunca te has ocupao…

–  ¡Yo nunca, yo nunca..1

Pos ahora sí que mocupo y de la misma manera que lo recuerdas, pues ya te pués olvidar de ver un euro- el director con los ojos abiertos como platos balbuceaba:

Pero Paco ¿Qué estás diciendo?

– ¡Ni pero ni pera! Hoy empieza una nueva vida y no le debo na a naide.

 Se dio media vuelta y cuando se estaba marchando se volvió y le dijo:

Y lo que le debo a tu cuñao de arreglarme el baño, que se olvide.

En esto el director  se levantó como un resorte y diciendo “tus muertos”, le atizó un directo en todo el ojo que se lo puso a la birulé.

Paco salió del banco tapándose el ojo con la mano y pensando:

¡Me cagonla puta, algo ha vuelto a fallar!

IV

Volvió a repasar la frase de autoayuda y dió con la clave, “No mires atrás”

¡Cojones! ¿paqué mabré vuerto a decirle lo der cuñao?

Aún le quedaba una tercera bala. Llegó a la obra y vio al encargado.

 – Oye Ramón, contigo quería yo hablar

¿Sí?– dijo Ramón- para contarme porqué llegas una hora y media tarde ¿No?

– Eso ahora es lo de menos Ramón, esto es muy serio.

– A ver, dime qué cojones quieres Paco

–  Pos que llevo aquí quince años, Ramón, y no soy ni oficiar. Sigo siendo peón de arbañir y eso no pué ser.

¡Me cagon tos tus muertos, Paco! Si no te eshao hasta ahora es porque tú suegro es er contrutor, er baranda, er que paga vamos. Si en quince años no has aprendío ni a poner un ladrillo, cabrón.

Eso es irrelevante,– contestó Paco-  lo que cuenta é el interés y el esfuerzo. Me tienes que ascender hoy mismo. No te digo que me pongas de arquitesto. Pero por lo menos de aperejedor.

Ramón con la cara enrojecida, le lanzó la paleta que tenía en la mano que le impactó en la frente haciéndole una brecha, al tiempo que gritaba:

 – ¡A tomar por culo daqui! y no vuervas más en tu puta vida que ya hablaré yo con tú suegro.

 Paco iba a hablar, pero se marchó a la carrera al percatarse que Ramón se agachaba para coger un martillo del suelo.

V

Ya en la calle maldecía su suerte.

–  Aquí argo pasa, volvió a repasar de memoria el texto de autoayuda. ” exígelo con humildad”

¡Ozú! lo mismo mu humirde no he sío…

Ya no sabía qué pensar. A esa hora tampoco podía volver a casa, así que se dedicó a deambular por la ciudad pensando y convenciéndose a sí mismo de que el texto de autoayuda funcionaba. Al fin y al cabo a Juanillo le había funcionado. Le había dicho que era muy feliz. Pero coño era Juanillo. No había nadie más inútil en toda Córdoba. ¿O sí?. Y cuantas más vueltas le daba más caía en la cuenta hasta qué punto la había cagado. Al final llegó a una conclusión:

– ¡Puto texto de autoayuda! Pero no está todo perdido. Cuando llegue a casa, le pediré perdón a mi Julia. Le arreglo la lámpara de la mesilla y además la hago el amor que hace ya…coño ¿cuánto hace?,¡cojones! ¿más de seis meses?, Por lo menos… ¡Ozú! Bueno, pues luego voy al banco antes de que se entere Julia y le digo a Mariano, el diretó, que me ofusqé, que le vamos a pagar el préstamo religiosamente y que su cuñao en tres días cobra y al contao. Y por úrtimo voy a ver a Ramón le pedo perdón y le digo que de aperejedor na, que se olvide, que no me ascienda, pero coño ar menos que no me mande a los pisos artos que tengo vértigos.

Y así, modelando y dando forma a las disculpas para que no hubiese ningún resquicio y no cupiese error, (como le había pasado con el texto de autoayuda), llegó a la puerta del portal más o menos a la hora que debería de haber terminado de trabajar y relajado, con el plan de rescate está vez perfectamente planeado, llamó al telefonillo y la voz de Julia contestó sin preguntar nada:

Sube.

Paco se mostró extrañado pues siempre que llamaba al telefonillo, Julia abría sin decir nada. Al entrar en el ascensor y verse en el espejo se sorprendió a sí mismo. Vio el ojo derecho amoratado e hinchado, casi cerrado. La sangre que había manado de la frente se había secado sobre la cara y formaba unos surcos más aparatosos que la herida en sí. Cuando llegó al rellano, Julia estaba esperando en la puerta.

-¡ Hola mi arma! – Saludó como cada día Paco y, como cada día, la besó en la mejilla.

Lo primero que hizo Julia mirándole con una mueca de sorpresa, fue preguntarle qué le había pasado en la cara.

¡Na!, un muro que sa derrumbao en la obra y ma caío a mí entero. ¡Vivo estoy de milagro, de milagro niña!

¿De milagro, inconsciente? ¿Un muro? Yo a ti te mato como me llamo Julia, ¡Pasa anda, tira!

Paco entró al baño acojonaito perdido para lavarse la cara, mientras Julia se dirigía a la cocina. Se temía lo peor. Una vez más o menos adecentado, volvió al salón y mientras se ponía un whisky, decía en voz alta con voz temblorosa:

¿Qué te iba a desí yo, niña?, que lo de esta mañana, que yo no quería desí eso, que lo que yo desía  de eso que sacabó, era que yo estao mu alejao de ti, que no te llevo ar cine ni na. Y además que hace musho que no te doy lo tuyo. Asín  que luego te arreglo la lámpara y nos acostamos prontito que hoy te voy a comé hasta las uñas de los pies, mi arma.

Julia salió de la cocina con las manos en la espalda, y sollozando comenzó a hablar:

Mira Paco, más arruinao la vida. Nunca le he pedido na a mi padre y el otro día le pedí er dinero pa cancelar los tres créditos que tenemos y que así Mariano nos daría uno que nos saldría más barato, le devolvería el dinero a mi padre y to arreglao. Pero esta mañana ma llamao Mariano y ma contao tu numerito y ma disho que  me orvide del préstamo que fartaban unos papeles pa firmar y como no vamos a pagar pos na..y además ma disho que su cuñao se va a presentar aquí mañana pa hablar contigo, que falta dar estopa a no se que y la va a dar a base de bien. Eso no lo entendío. Y mira, luego ma llamao papá y ma disho que ni se te ocurra pasarte por la obra en tu puñetera vida. Que ya te pues ir buscando como ganarte las habishuelas en otro lao pero de su teta ya no shupas más.¡ Ay Paco, ay Paco! ¿Pero a ti que ta pasao? ¿Qas hecho joputa?

Paco trago saliba y  viendo que todo su plan para arreglar el desaguisado se acababa de ir al traste dijo conciliador:

 –Na, mi niña, na mi niña, esto te lo arreglo yo en dos minutos, ya lo verás mi arma- contestó Paco disponiéndose a sentarse en el sofá con el vaso de whisky en la mano como si nada hubiese pasado.

En ese momento, al oír su respuesta, con esa  sonrisa en la cara, como si fuese un día cualquiera, su inmadurez a la que ya estaba acostumbrada, viéndole ahí, como si no le preocupase nada, la cabeza de Julia estalló. Sacó las manos de su escondite en la espalda y, con una sartén que portaba, le dió un sartenazo a Paco.

Lo hizo de forma instintiva, sin apuntar, pero el golpe fue certero. Le alcanzó de lleno en el mentón con toda la fuerza que su rabia le daba. La calurosa tarde cordobesa obligaba a tener las ventanas abiertas. Paco recibió el impacto cuando aún no se había sentado, con lo que le levantó los pies del suelo, y le hizo rodar por el respaldo del sofá para salir despedido por la ventana y caer en la terraza de la vecina del piso de abajo.

Y todo se volvió negro.

VI

Le dolían hasta las pestañas: ¡Ay, Ay, Ay!

Al cabo de unos minutos de quejíos interminables, se vio a sí mismo tumbado en una cama. Una pierna escayolada desde el tobillo a la ingle y colgada, sujeta con un artilugio lleno de cables. La otra, también escayolada desde el tobillo a la rodilla. Algo le molestaba en la cabeza. Se la palpó y la tenía vendada entera. Los brazos también vendados. Se dio cuenta entonces que estaba en un hospital. Intentó mover la cabeza para examinar la habitación, pero el cuello le dolía horrores. Lentamente pudo hacerlo y se encontró con un compañero de habitación en la cama de al lado. Éste, al verle despierto, le dijo:

– ¡Ozú compadre, vaya avería!

 Pero Paco no podía ni hablar. Solo alcanzó a decir:

¡Ay, Ay!

 Al rato, entró una enfermera, y al darse cuenta que tenía los ojos abiertos le dijo:

¡Hombre,  señor Camuñas!, ya se ha despertado.

¡Ay,Ay!– repitió Paco

– Señor Camuñas, lleva diez días inconsciente, ha tenido usted mucha suerte.- Paco recordó lo que le había pasado.

¿Mucha suerte, hija la gran puta? pensó.

 – Pronto vendrá el médico y ya le informará.

Cuando estaba a punto de dejar la habitación, la enfermera, recordó algo y se dió la vuelta:

¡Ah Señor Camuñas!, normalmente, a la gente ingresada le suelen dejar flores o bombones, pero a usted, su mujer le ha dejado tres sobres– le dijo mientras se los entregaba del cajón de la mesilla.

– Si son “taloncitos”, haber si repartimos algo jajaja…

Paco se quedó pensativo y a la vez conmovido pues sabía perfectamente lo que contenían los sobres. Sabía del fuerte carácter de su Julia de su alma y lo que la costaba pedir perdón, así que, sería más fácil hacerlo por escrito.

¡ Claro que te perdono, mi arma!, pensaba mientras con dificultad por las vendas de los  brazos, abría el primer sobre.

 Era la copia de la solicitud del préstamo denegado.

“Me cagon la puta”, pensó.

Abrió el segundo sobre. La carta de despido.

-“Me cagon mi madre”.

Temblando, abrió el tercer sobre. Una carta mecanografiada.

En la parte superior: Juan Carlos Ruiz de Galarreta y Martín de Quesada. Abogado.

“Ya solo el nombre acojona”, pensó. Era la petición formal de divorcio de su Julita.

El compañero de habitación, al ver que había terminado de leer las cartas, recordando la gracieta de los taloncitos de la enfermera, preguntó

¿Qué, compadre?, ¿ha habido suerte?…. 

Y tras oír la pregunta del vecino de cama, dejó las tres cartas sobre su pecho, y casi en silencio, volviendo la cabeza hacia la ventana, musitó:

 “¡Me cagon los muertos de Juanillo! ¡Me cagon la puta madre de tos los que escriben las mierdas de autoayuda!¡Qué ayuden a su puta madre! ¡Y yo me cago en mi puta estampa y en tos mis muertos!

No hay mal que cien años dure,

ni cuerpo que lo resita”


REFRANERO ESPAÑOL
paloma rama olivo
historias de Esperanza sección

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La receta bíblica que acompaña a esta entrada: ROLLITOS DE SOLOMILLO RELLENOS DE JAMON SERRANO Y QUESO

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