PIEL CANELA

Autor: Al Perea.

Ciudad de México

Antes de comenzar esta historia titulada Piel Canela, recopilo esta Playlist para acompañar la lectura de este relato.

Espero que con estas melodías de fondo tú, lector y amigo, te identifiques con la emoción de estas letras, tanto como yo al escribirlas.

Mi consejo: “Escucha mientras lees lo que viene a continuación”.

Existió un tiempo y un lugar en el que los aromas a brisa y cantos de sirenas se colaban por los balcones de las casas, llenando de melodías y sabores todos los rincones. Y entre todas ellas, había un jardín que resaltaba del resto. Una puerta y un ventanal que reflejaba las rosas de las macetas, coloreando el umbral de arco iris, invitando descubrir la magia que habitaba en su interior. Dicen que allí vivía un hombre de piel canela, de buen vestir y mejor comer que, desde el alba hasta el atardecer, iba impecablemente vestido. Muy pocos le habían visto.

Exclusivo como su hogar, que se escondía de casi todos, impredecible como sus plantas que cambiaban de flor y nombre de la aurora al crepúsculo. Pero no eran estas cosas las que le convertían en un ser único y mágico, sino su habilidad para medir el conocimiento y almacenarlo en su interior.

separador pájaros

No hablaba como el resto de los mortales. Su lenguaje era universal y extraordinario. Sin entonar canciones, melodiosamente, recitaba sus reflexiones y pensamientos con una armónica carencia que te atrapaba como una araña en su red.

Este mágico ser sembraba letras, infinitas historias que almacenaba en su cabeza. Éstas maceraban hasta transformar su mente en una librería de ordenadas narraciones. Cada semana acomodaba su sabiduría en los inmensos huecos de su pensamiento, como si de fascículos se tratara. En una recóndita porción de su memoria, se reencontraba con la Afrodita de Isabel Allende, y “Como agua para chocolate” de Esquivel; Laura para los amigos. Y aún, le quedaba un sitio enorme para los clásicos como Nietzsche, Espronceda o Cela. Los nóveles como Gabriela Mistral, Octavio Paz, Neruda, García Márquez o Mario Vargas Llosa eran top trending. En el lado más oscuro, apiñaba los relatos de terror de Allan Poe o Becquer. Las mil y una noches de Sherezade mezclados con los secretos de Steven, se escondían en la isla del tesoro o luchaba con la ballena asesina de Mellville.

En cambio, solían extraviarse entre las estanterías del centro de su memoria el Nautilus, viajando a la luna con Verne. La ciencia ficción de Asimov, algún que otro libro de la selva de Kipling y los maravillosos mundos del hobbit, revoloteaban de uno a otro lado. Pero, sin dudarlo, a los que reservaba un lugar muy especial, bien alejados del olvido, era a la poesía de Rubén Darío, Mario Benedetti, Gibran Jalil Gibran, Lorca o Machado. A éstos, los atesoraba con devoción. Desde Julio Cortázar, a Lope de Vega, de Borges a Mandela y de William Shakeaspeare al Orgullo y Prejuicio de Jane Austen.

Un nuevo día, una nueva historia. Hoy toca filosofar con Platón o Sócrates, mañana preguntarse cómo se originó el universo según Stephen William Hawking, la transmigración de Descartes a Spinoza y descubrir al Dios de Einstein. Y antes de que su alma viajera se perdiera, cada noche, en el infinito y su cuerpo envuelto en un profundo sueño, esperaba al alba, buscaba en su mano derecha, la imaginación tierna y desbordante del Principito de Saint-Exupery , y a su izquierda, los cuentos de Dickens, Chejov y la Karénina de Tolstoi.

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Por sus venas, en lugar de sangre, circulaba música, por eso nunca caminaba. Cada avance de su trayecto era un paso de baile. Conforme recitaba todo su conocimiento, coreografiaba el camino a casa. Cruzaba la calle a ritmo de boleros de Agustín Lara, Armando Manzanero o Los Panchos.

Cedía el paso a a una anciana al compás de Bienvenido Granda, Consuelo Velázquez o Nat King Cole. Recorría la gran avenida con el soplo de los timbales, la armonía de la güira, el equilibrio de las trompetas con sus compadres, los saxos. Nunca faltaba el paso de la Salsa de Óscar de León y el Mambo de Pérez Prado. Y cuando sentía que los pies le temblaban, se sentaba a esperar el tren con la compañía de Puccini y su Madame Butterfly, la Traviata, el Rigoletto de Verdi o La cabalgata de las Valkirias de Richard Wagner, para recuperar el aliento.

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Si tenías la fortuna de cruzarte con su mirada y si él mantenía sus ojos sobre los tuyos, podía trasmitirte toda su sapiencia, mostrarte su verdad y elevarte a sus melódicas alturas. Para estos elegidos, organizaba bailes en el jardín de su casa, allá en Tlacotalpan .


Todas las mujeres querían bailar con este sibarita y como buen caballero, a ninguna le dijo nunca que no. Todas ellas se creían únicas y cada una se enfadaba por tener que compartirle en el siguiente baile. Pero solo, una muchacha de piel muy blanca y labios encendidos, le robó el corazón a este mago de piel canela. Era quien mejor acompasaba a sus pasos, quien le serenaba con su melodiosa sonrisa. Su piel suave y sus ojos llenos de sabor y esperanza, interpretaron cada una de sus historias, visualizaron la misma sintonía, hasta perderse el uno dentro del otro, para no estar solos jamás.

El hombre despertaba la magia marcando el ritmo con sus pies. En ese instante, agitaba su sombrero, entretejido de fibras blancas y negras y, entre sus manos parecía cobrar vida propia, danzando al Son de sus pasos cortos y seguros. Y cuando se desabrochaba el pañuelo rojo anudado en su cuello, dibujaba círculos en el aire. Todos los allí presentes sabían lo que este gesto significaba. Era el momento más esperado, se llegaba al climax, bailando alrededor de su mujer. Desde ese instante, allá se enamoraba al son de la cumbia y se hacían el amor con sus ojos bajo la luz de los boleros.

Celia Cruz fue una invitada habitual a estas reuniones. Bailando al ritmo de los tambores y las claves, disfrutaba del ritual en que los hombres cortejaban a sus mujeres. Y también de los niños que nacieron de aquellas danzas ensordecedoras. Incluso se encaprichó con uno de esos pequeños, Moreno como una noche de luna llena que llevaba el nombre de su bisabuelo paterno. Pero todos esos niños pertenecían a la magia de aquella tierra, rubios como los trigales unos, oscuros como la noche otros, todos, sin excepción, pertenecían al amor de dos pieles tan distintas como similares. Por todas aquellas venas corría la misma sangre de melodías y relatos y no podían pertenecer a ningún otro lugar, aunque fuese al lado de Celia.

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Este hombre mágico murió como vivió y, como una de sus canciones preferidas, caminó por este mundo, a su manera. Entre todos los que le acompañaron en su caminar, repartió sus mayores tesoros ; la música, comida, literatura, buen vestir y buen beber. Los enseñó a disfrutar de las cosas más sencillas como si fueran acontecimientos únicos. Unos sencillos patacones los degustaba como si fuera un manjar de dioses.

Dicen que su estirpe recogió su herencia y un hijo de cada generación, emerge con aquella misma piel canela. Con el mismo buen vestir y mejor comer del primero de todos. Dicen que continúa intacto en esas nuevas entrañas, todo el conocimiento de aquella mente. Y el ritmo de aquellas venas guarda y transmite la magia que convierte una vida ordinaria en extraordinaria.

Quiero pensar que, aquel niño, que caminaba con su padre por el centro de Guadalajara, México, sigue vivo en este hombre de hoy. Y que conserva esa necesidad de saber, igual que entonces cuando preguntaba a ese hombre magnífico: “¿ Papá, de qué tamaño es el conocimiento y cómo se almacena en nosotros?”

Me gustaría recuperar ese caminar a su lado, entrar, de nuevo, en aquella librería y responder a su interrogante:

“Cuenta los libros que has leído de todas estas estanterías”.

Todavía hoy, escucho nítida, su respuesta al contestarle que no había leído ni uno sólo de aquellos volúmenes. Siento su mano en mi hombro y sus ojos mirando todas esos estanterías repletas de libros.

“Hijo, pues, ahí está tu respuesta. TODO ESO, es lo que te falta por leer y aprender.”

Así sentí a mi padre entonces, mágico y único. Y es así como le sigo percibiendo en mi corazón.

¡Baila en paz! Continúa recitando al son de tus historias, allá donde estés. Mi querido Papá; Rafael Francisco Perea Aguirre “El Pollo”,  por siempre anidado en nuestros corazones.

niña con estrellas

La receta que acompaña a esta historia: PATACONES O TOSTONES

Patacones o Tostones


Reseña de Al Perea:
Este mexicano es un lector incansable, melómano y profesional de la fotografía. Cada una de estas facetas las lleva a cabo por vocación y desde el corazón. Además de formar parte de CFM, el Comité Fotográfico Mexicano, administra uno de los workshops de creatividad, fotografía y diseño con mejor proyección de su entorno.
Conoce todo sobre este proyecto en VitaMIND 
Para más información, contacta con Al Perea en sus redes.

Imagen de portada,  obra del ilustrador italiano Roberto Innocenti

10 respuestas a “PIEL CANELA”

  1. José Diaz dice:

    Hermoso, este relato me llevo mentalmente a esos tiempos y me hubiera dado un gusto enorme conocer a tu papá, me hace sentir que fué un gran hombre culto y con una enorme sabiduría! Saludos Al Perea.

  2. Marysol Avilés dice:

    No tuve la fortuna de conocer a ese maravilloso hombre que describen tus letras Al.
    Pero supe de el por diferentes personas. Cómo la anécdota de dejarle globos a mis sobrinas en su cancel y otras muchas.
    Sin duda alguna, el sigue Aquí. Cuidando de todos los que tanto amo.

  3. Al ha sido un verdadero placer, poner letras a tantos sentimientos maravillosos. Te espero con emoción para continuar relatando juntos más historias maravillosas de esa familia tuya tan especial. Un abrazo enorme.

  4. Gracias a todos por sus palabras, debo de decir que Eli bueno es la escritora de esta historia, el merito es de ella, solo le di datos, Eli, te quiero

  5. Tania Flores dice:

    Que hermosa historia Al… pude sentir el enorme amor que le guardas !!! Felicidades por esta nueva faceta de escritor

  6. Preciosa historia.

  7. Gracias a ti, Al Perea, por confiar en este blog y permitir que todos compartamos esta historia tan preciosa.

  8. Ligia Perea Cervantes dice:

    Alfonso, mi hermano mayor, mi ejemplo siempre, describiste perfectamente a mi papá, así era el, así vivió y así murió, dejándonos una gran enseñanza de vida, de su alegria por vivir, de su gusto por la lectura, un hombre que nunca nos dejó con una duda, era sumamente inteligente, gracias por esto que escribiste sobre él, te quiero

  9. Berenice Neels dice:

    Increíble Historia, me gustó mucho el playlist, gracias por compartir.

  10. Eli, muchas gracias por transmitir en esta historia una parte de la vida de mi Papá, te mando un fuerte abrazo!!

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