Antonio de la Fuente Arjona
Vida de Adil
El que entra en la cocina, nunca va a pasar hambre
La obra está basada en la idea del tránsito, del camino, del destino, que tal como piensa el protagonista es algo irreversible, llega sin que tú lo esperes, sin que hayas hecho nada para que te alcance, para que te caiga de golpe, como si estuvieras marcado, definitivamente, sin escapatoria.
La familia de Adil es de procedencia armenia, pero él nació en Bagdad. En el Iraq anterior a las guerras, cuando Bagdad era una ciudad próspera y tranquila que nada envidiaba a cualquier capital europea. “¿Por qué iba a haber guerras?”, se pregunta y nos pregunta Adil. Y sin embargo…


Adil cocina y recuerda y habla. Cocina FALAFEL, es la última comida que Adil prepara en su casa antes de mudarse, obligado a partir de nuevo. Cocina y no se sabe muy bien para quién, quizá para esa familia que ya no está, o para el público que asiste a su despedida, y que será con quien comparta finalmente su alimento, igual que comparte su historia.
El olor, el sonido de la fritura, invade el espacio, llega al espectador justo en el momento cálido en que se narra el encuentro con la familia después de años y años de no verse, de no saber unos de los otros, del temor que quizá estén muertos. El curry, el comino, el pimentón, el aceite de oliva caliente perfuman el aire.
Adil aprendió a cocinar de niño, viendo cómo lo hacía su madre. No le gusta demasiado la carne, prefiere la verdura, y por eso el falafel es uno de sus platos favoritos. Tampoco le agrada comer fuera de casa, dice que no se fía, que ya ha visto demasiado, solamente come lo que él hace, lo que sale de su mano, hecho en su casa. Le encanta cocinar para los demás. Es muy sociable, a pesar del daño (o precisamente por ello). Varias veces vino a vernos mientras estábamos ensayando y siempre se ofrecía a traernos comida. Él personalmente me enseñó cómo preparar su receta de falafel.
Desde el principio de los ensayos el dilema sobre cómo enfrentarme a ese personaje vivo. Y al final, después de mucho meditar y probar distintos atajos, mucho hablar y compartir con el equipo dudas sobre si se trataba de ser Adil, de imitarle o no, llegué a la conclusión (también por cómo fue todo el proceso de ensayos, los hallazgos durante las improvisaciones, la lectura y escucha repetida de las palabras de Adil) que lo más interesante, que lo que me pedía el cuerpo, era acompañarle, simplemente, no tanto ponerme en sus zapatos, sino caminar con él. Respetuoso. Honesto. Humildemente. Así, durante toda la representación estoy a su lado, todavía escuchándole, guardo sus huellas, comparto su comida, cocino a su lado. Casi soy un reflejo, pero sin ser él, dejo que sus palabras y su vivencia generen ese destello en mí.

Adil mismo, el Adil real, tras asistir a nuestro primer ensayo general, me abrazó y muy emocionado comentó que éramos tres en escena, que él había estado ahí con nosotros, uno más. Se cierra el círculo. Somos tres y solo uno verdadero.

Reseña del autor: Antonio de la Fuente Arjona:
Fascinado desde siempre por las palabras y el lenguaje, este influye considerablemente en el tema y el estilo de muchas de sus obras publicadas: “Palabra de Caín” (novela), “El diálogo de la agonía” (teatro), “El ladrón de palabras” (teatro para niños), “Rocinante y Rucio conversan” (microteatro)… En 1992 la publicación de “El ladrón de palabras” sentará las bases de lo que se convertirá en una colección de libros de teatro para niños/as, donde el autor plantea, de manera práctica y divertida, una teoría ambiciosa y fantástica: el teatro como herramienta dentro del aula. Estos textos se han estrenado en España, Francia, Marruecos, Colombia, Venezuela, Guatemala… Con una formación casi autodidacta, desde 1981 trabaja fundamentalmente como actor profesional (teatro, cine y televisión), y ocasionalmente como director teatral y como autor.
Si os ha atrapado la manera de contar historias, de este trovador del siglo XXI, aquí puedes consultar su web: Antonio de la Fuente Arjona.
Si quieres conocer más sobre el espectáculo, en el que se basa esta historia y su maravillosa iniciativa, entra en: Vida de Adil.
No dejes de conocer la receta que ha inspirado esta historia: FALAFEL DE ADIL.
Merece mucho la pena.

Mil gracias a Eli Bueno por su hospitalidad, por invitarme a participar en su sabroso proyecto. Bon appétit!
Gracias a ti Antonio por aceptar y, deseo de todo corazón, tenerte muy pronto de vuelta por estos fogones y estas historias. Un abrazo!