CORAZÒN SIN ESPERANZA

Autor: Miguel Ángel Bueno

Zaragoza

Mi primera entrada

Cuando me propusieron esta idea,  escribir de forma regular acerca de mis inquietudes, no estaba seguro si sería capaz de transmitir lo que siento, pienso y conozco. Y en caso de conseguirlo, si habría alguien interesado en leerlo.

El cariño y mimo con el que este blog está diseñado y la manera en la que se tratan asuntos y materias absolutamente dispares, así como la libertad con las que se permite argumentarlos, hizo que, finalmente, aceptara la responsabilidad  y me decidiera a participar en esta aventura.

Por una cuestión de educación, comenzaré presentándome, no con mis datos personales, que son irrelevantes, sino exponiendo mi testimonio de vida para que se comprenda de forma clara y concisa de qué van a versar mis historias.

Los testimonios son siempre una valiosa ayuda para encontrarnos con algo nuevo o afianzar algo en lo que creemos. Si a alguien le ha ocurrido algo que nos resulta atractivo, pensamos ¿Por qué no nos puede pasar a nosotros?

En síntesis, en mi vida, como en la vida de otros muchos, hay un antes y un después,  si bien  en la mía, ese después, aunque fuese paso a paso, ha sido muy drástico.

En “mi antes”, no puedo decir que no fuese feliz, todo lo contrario. Era una felicidad externa. Viví plenamente lo que, en el marco cultural se ha venido a llamar “la movida madrileña”. Desde los 18 años, empecé a salir todas las noches; de domingo a lunes. Era un ambiente de liberación, de antiguos tabús, de falsa libertad, cuyos dioses eran las drogas, el alcohol y el sexo.

Tenía un agradable don de gentes que me  permitía estar siempre rodeado de compañeros de correrías nocturnas. Una facilidad de palabra innata que me hacía vencedor en el arte de la seducción, a todos los niveles. Todo un encantador de serpientes.

La mentira, al orden del día, la egolatría mi bandera y el materialismo mi aspiración más importante. Intelectualmente no tenía tiempo para hacerme preguntas trascendentales. Mi mente siempre estaba preocupada en otros menesteres mundanos y vacíos.

Todo lo tuve fácil. Mi familia fue muy complaciente conmigo y me acostumbré a conseguir cosas sin esfuerzo aparente.  Y eso no es nada bueno. Las únicas metas que tenía al despertar cada mañana, eran materiales, y si vives el día a día sin pensar en el mañana, se convierten en caprichos difíciles de conseguir.

Diríamos que, como la mayoría de los hombres de la época, era una persona básica. Desgraciadamente las actitudes del hombre de hoy no se diferencian en casi nada de las de entonces.

Hago un inciso en este punto, antes de continuar con  mi relato: Veréis que no utilizo un lenguaje inclusivo, pero es porque me consta que este blog lo lee gente inteligente.

En definitiva, en “mi antes” vivía en el mundo y la carne. Pero llegó un día de febrero del año 2011. Ese día  fue el principio del cambio en mi vida y comenzó  a definir el después, ese después, que me trae, inexorablemente a este presente.

Fue un momento de revelación. El comienzo de mi conversión. Digo el comienzo porque uno no acaba de convertirse jamás. La conversión, no es creer en Dios de repente, que también, sino creer a Dios.

Si esa conversión no viene acompañada de un cambio de vida, no hay tal conversión. Debe ir aportando valores nuevos, cambia tus inquietudes, tu forma de ver el mundo y a las personas que te rodean y poco a poco va transformando tu forma de ser y de vivir.

 Y es que Dios hace así las cosas. Es El quien te da la  gracia de comprender que el fin principal, último, es aspirar a ganar la vida eterna. Te enseña que el mundo no nos pertenece, por mucho que nos creamos que somos los dueños de él. Comprendes que somos nómadas en esta tierra y que estamos de paso,  hacia un nuevo destino, el gozo de la eternidad.

Cuando el hombre acepta como verdad esta realidad de Dios y, por tanto, su revelación, su corazón se transforma y se llena de paz y confianza, y sobre todo, de esperanza.

mano paloma

Abandona la idea de que las decisiones que le llevan a sus actos y hechos dependen exclusivamente de uno mismo para dejarlo en las manos de Dios. Y todo cobra sentido porque delante de ti se dibuja un camino, una meta y un destino final.

Y a pesar de que a veces, ese camino es angosto, y  lleno de oscuridad, de desesperación, estás completamente seguro que tienes el mejor compañero de viaje, el faro que te indica a dónde vas, la luz que alumbra en la oscuridad y  la mano que te levanta cuando tropiezas. Ya no temes nada, te abandonas en Él, porque confías como un niño en su padre que yendo con él sabe que llegará.

Por el contrario, cuando la ausencia de la revelación anida en el corazón del hombre, éste se convierte en presa de su debilidad, su imperfección y su autocomplacencia, lo cual le lleva irremediablemente a la soberbia. Y cuando eres consciente de ello porque la gracia de Dios te lo manifiesta, aflora la esperanza. Conoces la verdad y la verdad te hará libre (Jn 8,32).

arbol y atardecer

Yo soy la verdad, el camino y la vida (Jn 14,6). Cuando el hombre está alejado de Dios, su camino no tiene final, no lleva a ninguna parte, y su vida transcurre vacía. Ante las dificultades, se derrumba porque no ve un destino. Ante el se manifiesta un caminar que no lleva a ninguna parte. Sólo vive el día a día y ahí no hay esperanza. Sólo le sostiene sus aspiraciones materiales y sus amores terrenales, pero mira hacia delante y no ve nada.

La mayor venganza y victoria contra toda fuerza del mal, es no perder la esperanza ni la alegría.

Un corazón sin esperanza es un corazón de piedra, vacío.

Pienso como he llegado a este punto de mi vida. Yo, que por mis pecados era merecedor de las mayores penas del infierno y, sin embargo, el Señor me regala la gracia, la misma que derrama sobre todos los hombres, lo que ocurre que muchos, no se dan cuenta y otros, la mayoría, simplemente la desechan y la sacan de su corazón.

“La Gracia es un amor inmerecido”

Santa Teresa de Jesús

Pero a pesar de esta gracia que he recibido, soy un hombre imperfecto e indigno, repleto de errores que me hacen caer una y otra vez. Somos hombres que tropezamos siempre con la misma piedra, débiles. Pero, repito, el amor incondicional de Jesús, me tiende la mano para seguir un camino de luz que ilumina mis pasos.

Soy consciente de que mi conversión no fue de golpe.  Pequeñas ventanas se abrieron en mi corazón a través de hechos, situaciones y, principalmente de personas que, “misteriosamente”, aparecieron en mi vida. Cada uno de ellos fue derramando semillas dentro de mí que, poco a poco germinaron, cuando la tierra comenzó a ser fértil.

Por tanto, para eso estamos aquí, para transmitir esperanza, para renovar corazones y hacer que surjan inquietudes. Para dar otro sentido y mirar con una perspectiva distinta nuestra cotidianeidad, y entender que hay otra visión, otra alternativa a la que el mundo nos ofrece y nos vende.

“ID AL MUNDO ENTERO Y PROCLAMAD LA BUENA NUEVA A TODA LA CREACIÓN”

Mc 16,15

Algunos lo llaman inspiración,  los que creemos en la palabra de Dios, lo llamamos Espíritu Santo. La buena noticia que nos transmiten los cuatro evangelistas es la historia de la vida pública de Jesús, la historia de la salvación. Nos narra una doctrina que cambia el corazón del hombre y le da una nueva identidad.

Te convierte en un hombre nuevo, que vuelve a nacer (Jn 3, 2-3). Por otro lado, San Pablo, el gran converso, nos da las claves de la construcción de  la nueva Iglesia, la Iglesia universal cuya piedra angular es Cristo. 

Es entre sus páginas, donde se me revela todo el misterio de la vida, las respuestas a mis preguntas y la paz que ahora experimento en todos los órdenes de mi existencia. Y es donde la celebración eucarística se convierte en el alimento del alma, y con la que entras en comunión (común-unión) con Aquel que dio la vida por nosotros. El que ha vencido a la muerte por medio de la resurección, y así hacernos partícipes de ella.

bibilia corona espinas

Vamos a procurar llegar a los corazones de los que necesitan esperanza, y que hasta ahora con los bienes que el mundo les ofrece, no la han encontrado. Añadiremos, pues, otra alternativa y lo haremos de una manera sencilla. Sobre todo en estos tiempos de muerte y pérdidas de fe. Ahora, con tantas preguntas sin respuesta, creo que es el mejor momento para aportar con humildad, un testimonio de fe.

“Abramos el corazón al Espíritu Santo que habita en cada uno de nosotros”

(2Tim, 1-14)

Jesús nos dice  que la fe, mueve montañas, (Mt 19,20) aportando un poco de savia nueva, una luz cálida y desprendida, un  comienzo distinto y  un cambio de vida como a mí me sucedió, en aquellos lejanos días de febrero. Y todo esto no está exento de dificultades y pruebas, pero pienso como el Apóstol Santiago: “Considerad, hermanos, como un gran gozo el estar rodeado de toda clase de pruebas y dificultades “(St 1,2).

Mis días son como las páginas del Evangelio, llenas de esperanza para creyentes, pero también para los que estáis alejados de estas enseñanzas. El conocimiento es básico para gustar, entender y despertar el interés sobre cualquier materia. Decía el profeta Oseas;

Mi Pueblo perece por falta de conocimiento

(Os 4: 6)

Os propongo que probéis a leer esta sección y quizá, sea capaz de sembrar algunas semillas en vuestros corazones y así  transmitiros esta nueva emoción de creer y tal vez, se convierta en una nueva manera de vivir.

paloma rama olivo
historias de Esperanza sección

Todas “LAS HISTORIAS DE ESPERANZA” agrupadas en este sección, puedes encontrarlas aquí

paloma rama olivo

La receta bíblica que acompaña a esta entrada: CANAPÉ SARDINA AHUMADA Y AGUACATE

canapés de sardinas ahumadas y aguacate

Una respuesta a “CORAZÒN SIN ESPERANZA”

  1. El relato/presentación, me ha resultado limpio, puro, carente de máscara y sin artificios. Se nota perfectamente la fe que tiene el autor en su modo de vida
    Los canapés tienen una pinta….ummmm!!

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