¡DESAPARECIDO!

Autora: Marisa Ventura

Yo dormía bien hasta que la abuela colgó frente a los dormitorios el retrato de “caradeperro”, su segundo marido.

El hombre había sido en vida tan bueno de corazón como feo de rostro, de ahí el apodo ingrato por el que todos le conocían.

Siempre estuvo enamorado de la abuela, desde muy joven, pero el abuelo, un morenazo de ojos verdes mucho más apuesto, le ganó la partida.

silueta espalda mujer

“Caradeperro” vio el cielo abierto cuando la abuela enviudó. Así, en cuanto pasó un tiempo prudente, corrió lleno de flores y de manifestaciones arrebatadoras a convencerla de lo feliz que sería a su lado.

Y así fue, abuela siempre fue dichosa con él hasta que el hombre murió.

Fue entonces cuando madre quiso que viniera a vivir a casa con nosotros, y ella, sumida en la tristeza por la segunda pérdida, se dejó hacer.

Para aliviarle un poco la pena, madre encargó un retrato al óleo de su padre y se lo regaló a la abuela, que emocionada quiso colgarlo en su dormitorio encima del cabecero.

Pero como así consideraba que al otro se le ignoraba, madre, persona sensible donde las haya, hizo lo mismo con uno de “caradeperro” y después le pidió a papá que lo colgara en el pasillo – por esos refinamientos sociales de no ponerles juntos- justo frente a la puerta del cuarto de la abuela…. ¡y del mío!

La abuela, cada noche antes de irse a dormir, rezaba una oración en el pasillo frente al retrato del malcarado y otra a orilla de su cama para el abuelo.

Por la mañana los buenos días también se duplicaban: ¡Buenos días mi amor! -dentro- ¡Buenos días, querido! –fuera-.

En cuanto a mí, lo primero que veía al salir de mi cuarto era su rostro feúno de ojos pequeños y penetrantes siguiéndome hasta que doblaba el pasillo hacia la cocina y le perdía de vista. Y por la noche cuando me iba a dormir, irremediablemente me cruzaba con su sonrisa dilatada y lobuna, que a veces me causaba pesadillas.

Pero ¿cómo iba yo a pedirle a la abuela que descolgara el retrato de su amado segundón? No me atrevía a decirle que su fealdad me perseguía en sueños y no me dejaba pegar ojo, y ella jamás querría tenerles a los dos colgados en el mismo cuarto…… ¡sobre su cama! ¿Dónde quedaría su decoro?

Una mañana, “Caradeperro” no estaba. Se había esfumado dejando en su lugar un círculo turbulento y grisáceo y una indefinida línea verdosa.

La abuela con su rosario entre los dedos, deambulaba como ida por toda la casa invocando a Dios y a todos los Santos y persiguiéndonos para advertimos que lo de la “desaparición” era un hecho revelador, algo paranormal, ¡como una advertencia del más allá!

A mí me alcanzó en el tendedero y casi me pilla metiendo en la basura el bote de disolvente para pinturas, pero disimulé ofreciéndole un pedazo del sabroso panettone casero de mamá que ella rechazó mientras salía de la cocina.

Yo me lamenté pensando que quizás me había pasado un poco. ¡Pobre abuelita!, pero ¡qué caramba! me ganó el saber que esa noche por fin dormiría a pierna suelta.

M.L.Ventura.

La receta que acompaña a esta historia: PANETONE CASERO

Receta panetone casero
pajaros pareja con corazón

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Colaboradores,

4 respuestas a “¡DESAPARECIDO!”

  1. Minerva, atrévete con el postre y cuéntanos cómo te ha salido el panettone. Gracias

  2. Bonito texto y no puedo esperar a probar la receta

  3. ES muy divertida. Me he imaginado a la pobre niña con ese retrato y a la abuela….

  4. Genial! Me encantaaa Hay mi abuela!

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