DONDE LA LLUVIA TE LLEVE

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Cuéntame un cuento.

Donde la lluvia te lleve”,  es la voz de mamá, son sus abrazos tiernos, su sonrisa generosa. Viajo a sus fogones, a su voz melodiosa inventando sus relatos, ahora un sonido agudo y ahora un susurro. Allí en su cocina, entre las verduras y las cacerolas, pululaban la simplicidad de sus personajes regalando felicidad. En estas letras hay trocitos de su alma. Está su sonrisa tan intensa como la estrella polar, que brilla desde cualquier lugar del cielo.

separador con pajarillos . donde la lluvia te lleve

DONDE EL CORAZÓN TE LLEVE

Siempre había nubes en el país del colibrí y a pesar de todo, nuestro pequeño pajarito, aleteaba constantemente como despejando el cielo para ver el sol.

Su pico, tan grande como su delicado cuerpecito, tamborileaba en el tronco que resguardaba su casa de la lluvia. Pero el caso que nunca terminaba de llover.

Era como un cielo siempre encapotado, tapizado de nuebes de mil formas con las que el colibrí se entretenía. Observaba y pensaba que si pudiera alcanzarlas y golpear alguna de ellas con su pico, el cielo se disiparía y la lluvía traería consigo la luz y la alegría a su pequeño valle.

Cada noche tenía el mismo sueño. De un desfiladero emanaba una luz tan intensa que no le permitía ver el horizonte. Árboles frondosos tan repletos de flores como frutos nacían en sus ramas. El arco iris pintado en millones de gotas del río, descendiendo en caída libre por la inmensa cascada, era una demostración de poder. Y al descargar en el valle soltaba las riendas y se transformaba en aguas cristalinas y mansas.

Pero la mañana le despertaba en el mismo lugar de penumbra, descolorido, sin aromas. ¡Eran las nubes!, estaba tan seguro de que ellas eran las culpables, que concentraba todas su potencia en aletear alto y picar aquella masa acumulada para conseguir su propósito. Si en su valle existiera alguien más que aportara nuevas ideas… Cuatro ojos ven más que dos y dos picos golpean con más energía Pero todos había emigrado a otros lugares donde la lluvia descargara del cielo y dejara traspasar el sol. A esa conclusión había llegado al interpretar los signos que otros colibrís habían dejado en el tronco de su pequeño árbol.

Tras aquellas nubes solía escuchar la misma melodía. Percibía optimismo tras ese cielo encapotado. El afanoso pájaro estaba decidido a traspasarlo, aunque le llevara el resto de su vida. Y, un día tras otro, siguió aleteando con la fuerza de la esperanza.

separador con pajarillos . donde la lluvia te lleve

Mientras tanto, una niña de piel muy morena observa embelesada los movimientos del animal, y su madre disfruta comprobando la alegría de su risa inocente.

“A mi pequeña le encanta observar a su pajarito aleteando sin cesar y picoteando el tronco que compramos hace tiempo en la tienda de mascotas. En algún sitio he leído que este comportamiento es propio de estos animales cuando son felices. Y yo también lo creo. Al pequeño colibrí no le falta de nada, comida, agua, su casita de madera, una jaula enorme para moverse y sus juguetes en forma de nubes para ejercitar sus destrezas. Esta vez, seguro que nos dura más que el último. Ya quisiera yo tener la vida así de fácil. Quizá, ahora que llega la primavera, le saque de la esquina del salón y le traslade al porche. Y voy a dejar de divagar que tengo muchas otras cosas en las que pensar”.

Llegó Mayo y la jaula de hierro blanco decoró al porche con sus formas helicoidales como columnas salomónicas ascendiendo hacia el cielo. El pajarillo continuaba con su aleteo constante y picando con su pico las nubes de mentira. Parecía, en ocasiones, que con más insistencia que dentro de la casa.

A la pequeña María, le encantaba meter sus deditos en la parte superior de la jaula. Se entretenía rondando entre la pajarera, casi tan alta como ella y moviendo las nubes que hacían de puerta al tiempo que le cantaba canciones.

A media tarde se desató una gran tormenta. La mama resguardó a su pequeña con prontitud del chaparrón y la niña hizo lo propio con su colibrí. Así, en un intento de proteger a su pajarito, entreabrió las nubes de la jaula, esperando que el animal encontrara cobijo.

separador con pajarillos . donde la lluvia te lleve

Era uno de esos aguaceros que encapotan y desencapotan el cielo tan rápidamente que no te da tiempo a hacer otra cosa que resguardarte en el primer rincón de aquellos goterones incesantes.

Tan insistente como el pequeño colibrí que aquella tarde, escuchó una melodía atronadora, saboreó la humedad en su pico y vio como esta vez, aquellas nubes se esparcían para dejarle ver el cielo. Y la perseverancia del colibrí obró el milagro. Las nubes se abrieron, las gotas de lluvia comenzaron a empapar cada rincón de su pequeño valle. Un rayo de sol iluminó su tronco y salió disparado entre los barrotes. El pajarillo hipnotizado por el espectáculo dejó de aletear para volar, siguiendo la estela de luz.

De repente su sueño se hizo realidad y estaba en aquel desfiladero. Los olores a verde y tierra mojada, las texturas, los colores en las gotas de lluvia conformaban una mezcla que entraba por los ojos y llegaba hasta el paladar. El valle era más grande que el de sus sueños, las flores más hermosas y los frutos enormes. Pero fueron los millones de trinos que salían de entre los árboles lo que le provocó la felicidad más inmensa. Reconoció la cadencia de esas notas, observó el cielo despejado entre las ramas y los infinitos aleteos revoloteando por doquier. La lluvia por fin llegó a su pequeño valle para hacerle florecer multiplicando sus ramas y llenando de libertad sus alas.

Ahora tan solo debería vivir con esperanza y seguir el rastro de la lluvia, allá donde le llevara.

Como esta mezcla de emociones,

te he contado un cuento, y te dejo este pisto de acompañamiento:

PISTO DE MAMÁ

2 respuestas a “DONDE LA LLUVIA TE LLEVE”

  1. Gracias Marisa. Espero tu historia y su receta en Marzo, con mucha ilusión

  2. Es una historia bella y muy tierna. La receta muy, muy apetitosa. Que rico el pisto! Bien hecho es un plato exquisito.

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