EL ALMA DE MAGI

Nos deshacemos de lo viejo, para estrenar nuevas cosas. Pero hay ocasiones, que algo viejo se convierte en el acontecimiento más novedoso, a pesar del paso de los años.

Te voy a contar la historia de Magi. En el instante que mi madre le puso nombre, le dotó de alma. Desde que me alcanza mis recuerdos, Magi ha sido la protagonista de los platos más ricos que mama nos preparaba. Las manitas de cordero con tomate o los callos con garbanzos, las “papas” con carne, el pollo escabechado, el codillo o la fabada asturiana que quitaba el sentido.

Magi podía con lo que la echaran. Entre sus entrañas, de puro acero, los ingredientes renacían entre aromas y sabores.

Ella fue la última tecnología de la época, la primera olla a presión que, la marca Magefesa lanzó al mercado, allá por la década de los sesenta.

Magi ha sido fiel a los fogones de mamá toda la vida, como un caballero y su montura, inseparables, en perfecto equilibrio. Igual que las cantidades, contenido y duración de cada una de las recetas que Magi albergó en su gran barrigota.

Mamá – enciclopedia y libro de instrucciones en mano- probaba todo tipo de platos que nunca antes se habían cocinado en casa. Pero la olla cambió la actitud de nuestros fogones, el estilo de las recetas, varió la cadencia de los paladares y la facilidad con la que nos gustaba inventar texturas. Incansable, nunca protestó, incluso mejoró con el paso del tiempo, como el buen vino.

Cuando cerraba la tapa con su rueda tan característica, significaba que el trabajo ya estaba hecho. Una, dos y tres vueltas, hasta que se clausuraba herméticamente, como un fin de fiesta y empezaba la cuenta atrás. De pronto, Magi se convertía en crisálida que transformaba deslavazados ingredientes en sabrosos manjares. El característico ruido de su válvula de metal, girando como una locomotora, era el preludio de la sorpresa que albergaba en su interior, y expulsando aromas como una exquisita melodía de vapor, nos daba pistas de lo que escondía aquella caja de Pandora.

La música de fondo de mi cocina era como el flautista de Hammelin, arrastrando a los niños tras el sonido de su instrumento. Toda el portal de casa, salivaba con la fragancia que emanaba del interior de Magi. Recuerdo subir las escaleras de dos en dos, imaginando lo que me esperaba en la mesa.

Pasaron los años y, en la familia crecimos unos y envejecieron otros, pero Magi continuaba impertérrita, en su lugar, como el primer plato que mamá cocinó en aquella olla francesa. Una fuerza de la naturaleza, como decía el anuncio, la olla que jamás explota.

Hasta que mi madre murió y , una parte de nosotros, reventó con su partida. También Magi se apagó durante mucho tiempo. No era capaz de utilizar la olla de mamá, era como faltar a su memoria. Además estaba pasada de moda, casi una antigualla. Guardé la reliquia, alejada de mi vida, como los recuerdos que tanta tristeza me producían. Nadie se preocupó excesivamente de su posesión. La presencia de mamá estaba en otras cosas. Magi no parecía despertar recuerdos excepto en mí.

Otros encontraban a mamá en objetos más significativos como anillos, medallas, en su chaquetón de astracán o el reloj de pulsera que nunca se quitaba. En la radio que le acompañaba allá donde iba por la casa o las gafas de carey con las que leía las prohibidas novelas de Corín Tellado, y no por su contenido, sino porque mi padre decía que era lectura de incultos.

De esta manera tan desapercibida, la olla, se quedó conmigo. Un día, superamos la pena, que no el recuerdo de mamá y despertamos de nuestro letargo Magi y yo.

Desde aquel día que mamá abrió su regalo, envuelto en psicodélico papel de los años sesenta, han pasado más de 5 décadas. Y Magi continúa aquí, con la misma alegría que entonces. Amoldada a mí y yo a ella, seguimos cabalgando entre fogones para comenzar de nuevo.

Como aquella lejana primavera en la que dio a luz su primera receta.

Hoy es otra época, estamos en otro lugar, cocinan otras manos y se respiran otros aromas pero ahora sé, que ella perdurará con ese alma de hogar inmortal del que mi madre le dotó, convirtiéndole en un ser tan sempiterno y cercano, como Woody de Toy Story o la señora Potts de la Bella y la Bestia.

Pensarás que “se me ha ido la olla”, pero fusionada en el alma de Magi, me siento llena de pasado y presente, de sabores y aromas, de hogar.

O me tacharás de loca, pero me siento acompañada cuando lleno a Magi de fragancias y gustos, como un útero en estado de buena esperanza. Espero que este corazón de acero conserve su alma una eternidad más, porque su perpetuidad es la que me conduce a los brazos de mi madre. Y, como a ella, le imagino, inspirando otros fogones, quien sabe si con otro nombre, pero siempre con la misma esencia.

niña y estrellas, silueta

Esta entrada acompaña a una categoría que he denominando

MIS RECETAS EN OLLA EXPRÉS

donde voy a compartir un montón de recetas elaboradas en olla a vapor y que os van a sorprender por deliciosas y sencillas de preparar.

COCINA CON OLLA

Una pequeña anotación: Las ollas actuales son tecnología en toda la extensión de la palabra. Pero siguen siendo muy sencillas de manejar. Mi recomendación es que adquieras una y le dotes de alma. La vida en tus fogones será mucho más saludable y práctica.


Si quieres conocer una de estas recetas: CALLOS CON GARBANZOS.



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