LA VERDADERA RIQUEZA DE LA VIDA

Autora: Narda Regalado Bermúdez

Ciudad de México

Recordando a mi abuela, me doy cuenta de todo lo que ha significado para mí y el regalo incalculable de tenerla en mi vida.

Cierro los ojos y veo a una niña de 11 años, subida en una sillita para alcanzar la estufa y pidiendo a mi abuela que me enseñara a cocinar.

Escucho, como si fuera entonces, los ruidos típicos de aquella cocina y me parece una maravillosa sinfonía de aromas y aparatos culinarios, tan rudimentarios como aquellos fogones llenos de tradición.

Con ella, aprendí su modo de cocinar y de ella heredé las bases más sólidas de mi cocina. Ella me enseñó que la calidad, nada tiene que ver con la modernidad. De hecho, las mujeres de aquella generación, nunca tuvieron electrodomésticos para elaborar los deliciosos platos que preparaban a toda la familia, sin quejarse una sola vez de no cobrar por esta labor.

Muy al contrario, aquellas recetas estaban cocinadas al fuego lento del cariño y dedicación, heroínas que trabajaban con metates y molcajetes de piedra, molinillos de madera, batidores y coladores de alambre, muchas cazuelas y ollas de barro, cazos, siempre de cobre, donde preparaba los dulces, y un sin fin de etcéteras que han pasado al olvido, para ser reemplazados por modernas piezas de plástico que no desprenden ningún calor de hogar, ni aromas de familia.

Me pregunto qué hubiera hecho mi abuela si, entre sus enseres culinarios, hubiera tenido una licuadora, batidora o robot de cocina. Y la respuesta la tengo muy clara. Su poder no estaba en ningún aparato, sino entre sus manos y su corazón, en su forma de transmitir cariño a través de sus recetas.

Su verdad se encontraba en una espina de maguey, que era su instrumento indispensable con el que perforaba los espectaculares chiles que preparaba en escabeche. Claro, que ahora, ya quedan pocas abuelas de entonces y muchos abrelatas para consumir chiles preparados.

Hoy, compartiendo estos recuerdos y emociones, me doy cuenta todo lo que hemos perdido en nombre de la modernidad y me pregunto cuál es la razón para olvidar las tradiciones y con ellas, nuestras entrañas más profundas.

Quizá, en esta sociedad tan industrializada, priorizamos excesivamente el reconocimiento profesional y lo que podemos comprar con dinero, olvidando que hay otros prestigios.

Y es que la verdadera riqueza de la vida es la que no tiene precio, la que se encuentra en las pequeñas cosas de cada día, en los cariños y en cada uno de esos recuerdos que nos imprimen el sabor único de nuestro hogar.

Así que, el privilegiado que mantiene intactas estas emociones, que transmite y comparte con los suyos esta riqueza incalculable, es el verdadero millonario. Encontremos esta fortuna y disfrutemos la sencillez de la vida, en todo su esplendor.

Si quieres conocer la receta que ha inspirado mi historia:  BISTECS DE RES EN CHILE PASILLA

Hasta muy pronto:

Narda Regalado Bermúdez

Una respuesta a “LA VERDADERA RIQUEZA DE LA VIDA”

  1. Tienen una pinta buenísima !

Deja una respuesta