MANOS

MANOS:

Blancas que transmiten esperanza.

Mágicas que escriben versos y tocan melodías.

Que recuerdan perdidas primaveras.

Manos creativas, que encierran universos.

Maternales que acunan sueños.

Surcadas en caminos farragosos.

Manos que erizan el vello hasta perder la cordura.

Solitarias que ahogan soledad entre sábanas de alcohol.

Manos que de nada saben y de todo hablan.

Premonitorias manos.

Emocionadas manos que aplauden hasta enrojecer.

Que esconden, en baúles sin fondo, verdades inconfesables.

Maquiavélicas que corrompen sueños y esclavizan cuerpos.

Manos que multiplican los panes y los peces.

Sudorosas manos de miedos y vergüenzas.

Comprometidas con los que nada tienen.

Manos que se dejan llevar.

Pasionales que acarician corazones.

Manos que corrompen.

Manos que amoratan cuerpos y espíritus

Que te llevan hasta el infinito y más allá.

Manos derrotadas en demasiadas batallas.

Batalladoras manos de causas perdidas.

Manos ajadas y marchitas sin un mañana.

Que enseñan aromas de hogar y sabores de casa.


Constructoras manos de nuevos amaneceres.

Hambrientas por sobrevivir.

Manos que salvan vidas.

Que empuñan aceros.

Amorosas manos que lideran hogares.

Cargadas de esperanza.

Manos que susurran te quieros.

Infantiles manos, tersas, prietas y lisonjeras.

Manos que saludan a un nuevo día.

Que dan sin esperar nada a cambio.

Manos con las que compartir vida y también muerte.

Dedicada a unas manos muy especiales:

Las manos de mi abuela Paca siempre olían a vainilla, incluso de muy mayor, sus manos ajadas y con artrosis, seguían oliendo igual. Cuando ella se fué, siempre pensé que los ángeles olerían como ella. Hoy, todavía creo que su cielo tendrá sabor a caramelo y albahaca.

Si quieres conocer  la media naranja de esta historia: EL FLAN DE CASA

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