La vida es como los fogones de una buena cocina. Hay que echarle mucho cariño, ilusión y tener una despensa bien repleta para estar preparados ante cualquier circunstancia inesperada.
Yo creo que, al igual que nuestros platos hay que aderezar, en su justa medida, cada uno de nuestros momentos. Tener siempre capacidad de elección. Combinar colores, texturas y sabores. Variantes a puñados de un mismo plato hasta hacerle tan distinto, que te sorprendas con un nuevo descubrimiento.
Salpimentando la vida, conseguiremos transformar cualquier cosa que nos propongamos. Espero que estos cinco aderezos despierten tus sentidos.
“El hábito no hace al monje”.
El hábito es un arma de doble filo.
Puedes vivir cada día inmóvil, corriendo sin avanzar, dejándote llevar. O encontrar aquellos hábitos que te motiven a buscar tu verdadero espacio vital.
Las rutinas ¿Qué son? Es lo que repites cada día. Si te beneficia o perjudica depende de ti.
El cerebro controla toda la actividad de tu cuerpo, desde respirar hasta la capacidad de razonar y funciona con rutinas. Si conviertes una actividad en una costumbre, repitiendo lo que sea que hagas, el cerebro lo reconocerá como un hábito. Al cabo de un tiempo, será algo innato y te dará fabulosos resultados en el futuro. Y ahí está lo más difícil de esta historia. Convertir un hecho aislado, una acción concreta, en perdurable en el tiempo.
La felicidad es un intento de equilibrar el cielo y la tierra. Disfruta convirtiendo lo permanente en perdurable. Lo cotidiano en excepcional. Lo ordinario en extraordinario.
Utiliza tus hábitos para adquirir destrezas que te hagan sentir en las nubes.
Encuentra ese equilibrio y tendrás tu primer aderezo.
“El que no arriesga, no gana”.
Tu peor enemigo eres tú mismo. El convencimiento de que no puedes antes de intentarlo: “Mañana será otro día”. Elimina esta frase de tus pensamientos.
Puedes tener ideas infinitas en un breve periodo de tiempo. De hecho, yo tengo una mente repleta de intenciones, todos ellas exitosas y positivas.
Si quieres que todos esos pensamientos sean una realidad, solo conozco una manera. Centrar todos tus esfuerzos en un plan e intentarlo una y otra vez, hasta la saciedad.
Es esta repetición el verdadero triunfo. Fijar tu mente en un solo propósito. Cambiar la manera de vivir a través de nuevas costumbres, es el primer paso para transformar tu vida.
Esperanza, motivación y tiempo para perseverar en el intento. Es todo lo que necesitas.
Ahí tienes el segundo aderezo.
“Paso a Paso se va lejos”
Te preguntarás qué he aprendido en este proceso.
Si quiero cambiar algo, debo pasar a la acción con pequeños cambios de actitud.
No hay que pensar demasiados planes, ni en grandes cosas. Hay que hacer las justas todos los días. Es como escalar una montaña. Si miro la cumbre y observo la pendiente, con todo los riscos que tengo que saltar hasta llegar arriba, el vértigo será más fuerte que mis deseos y me sentiré incapaz de tal hazaña.
Me centro en seguir la huella de mis pasos y, avanzo. Un pie primero y después el otro. Esquivo las piedras del camino, disfruto el aroma de las flores, el sonido del río que se aleja, el movimiento del aire entre las ramas de los árboles y observo el vuelo de los pájaros. Y de esta manera, saboreando el camino, el día menos pensado, habré alcanzado la cima de la montaña.
Cambia pequeñas cosas que no te gustan por otras que te hagan sentir mejor. Comienza con propuestas muy sencillas, que hagas sin esfuerzo. Debes terminar el día cumpliendo tus determinaciones. Y mañana vuelve a empezar. Esta nueva capacidad de adaptación llenará tus pensamientos de positividad, motivación y muchas sorpresas y éstos, van a transformar tu vida.
Ya tengo mi tercer aderezo
“La única lucha que se pierde, es la que se abandona”.
La pregunta es ¿ qué hábitos tienes que adquirir hoy para conseguir los resultados con los que sueñas a largo plazo? El tiempo va a pasar de la misma manera y tus sueños también. Te vas a levantar cada mañana. Puedes llenar tu día con las mismas cosas de siempre o puedes corregir rutinas para caminar hacia la cumbre.
Te propongo un reto:
Haz cada día, durante tres meses, una misma rutina. Y luego observa qué pasa. Busca tareas que no te supongan un gran esfuerzo. Tienes que encontrar un término medio entre lo que te gustaría hacer y lo que puedes cumplir. No olvides que lo complicado es mantener la constancia en el tiempo. Esta es la verdadera hazaña, no te equivoques.
Si necesitas adelgazar, crea rutinas sencillas, como andar
o eliminar de tu dieta los dulces. Si quieres aprender otro idioma, memoriza 6 nuevas palabras diarias. Seis palabras diarias durante 90 días son 540 palabras. Según expertos lingüísticos 500 palabras es un vocabulario suficiente para mantener conversaciones básicas. Por tanto, este sencillo hábito de memorización supone que, en un año, podrías comunicarte con cierta fluidez en otra lengua.
Y vuelvo al inicio de esta reflexión. El problema no es aprender sino mantenerte firme un mes y otro y otro. La perseverancia es la llave para abrir la puerta de lo que te has propuesto.
Cuarto aderezo para ser más feliz.
“No dejes de soñar”
De repente, han pasado tres meses, un año y aquello que parecía imposible es un hábito en tu vida y el sueño se ha hecho realidad.
Tienes que ser incansable, insistente, no olvidar tus motivaciones. No dejes de visualizar cuál será el resultado. Consigue día a día tu futuro.
Se acabaron los delirios de grandeza. Suena el gong. Ahora o nunca. Un sólo corazón, un futuro incierto, una elección.
Sigue tus señales hasta el final. Nunca tires la toalla.
Piensa que todo lo que hoy es una realidad, antes fue un sueño.
Hoy, divago entre mis fogones. Pruebo nuevas recetas, me equivoco y aprendo de mis errores, no tengo miedo y me divierto en el intento de contar historias.
Escucho a mis voces, a las de mi hogar, las que siempre me acompañan y me sonrío por dentro.
Y es que, por fin, siento en mis entrañas, un aroma, un recuerdo, una historia que me empuja hacia el futuro, un sueño que comienza a desperezarse.
Mi quinto aderezo: Nunca es tarde para soñar con los pies bien anclados entre el cielo y la tierra.
La receta estrella que acompaña a esta historia: BACALAO ESCALFADO AL ROMERO.