A veces me pregunto qué pasaría, si me saltara todas las normas y gritara a los cuatro vientos esta obsesión mía por tu aroma a salitre, la textura de tus mejillas, tu melodiosa voz, tan natural como la manera de sonreírme entre la gente.
Me pregunto qué pasaría, si fuera capaz de dibujar tus ojos penetrantes en lugar de sus miradas monótonas, tu pelo caracoleando por tus hombros desnudos en lugar de sus sombreros envueltos en aire. Tu sonrisa altanera, en lugar de sus poses convencionales.
Si pudiera plasmar tus manos revoloteando en mi barbilla y esa sonrisa recién amanecida.
Pasear al mundo tu nombre y, orgulloso, anunciar el secreto mejor guardado.
Si pudiera cogerte del brazo, con tu sombrero de paja y tu vestido esmeralda sin escondernos de las miradas…
¿Sabes que sería el hombre más feliz de la tierra?
Pero antes de hombre y enamorado, soy marido, padre, hijo, artista…y después, soy lo que me permiten ser.
Pero estás y no; inalterable, recreo tus pinceladas en mi mente sin necesitar dibujarte. Cierro los ojos y me alimento entonces de esta fábula. Recuerdo la cálida luz de tu melena caoba, más cegadora que los rayos del sol bañándose en tus ojos llenos de mar azul y tu sonrisa, inspiradora de todas los trazos no concluidos. Tan sólo tú comprenderás su verdadero significado.
el blog de la tabla
Todo te lo cuento y nada.
Nuestras voces vacías se llenan de vida a través de tu mirada, tan sutil como tu paciencia, tan auténtica como la arena blanca que esconde nuestros encuentros.
Tú, mi verdadera inspiración, entenderás lo más importante de este retrato. El día, venal e inmaculado, esconde tras ellas, la esencia de la pintura. Mi alma que es tuya. Nuestro refugio, personal e intransferible.
Tú eres el aire que mueve las mareas y la arena que calienta mis lienzos.
Tú estás y permanecerás.
Si yo pudiera alterar las normas y abandonar esta vida…
Si volviera a nacer, elegiría tu cuerpo y conquistaría tu alma de nuevo.
Eres mi inspiración y mi lamento, mi insensatez, mi locura.
Volaría hasta donde tú habitas para pintar cada línea de tu piel.
Cambiaría mi mundo de normas y obligaciones por juguetear entre tus aromas, sin dudarlo.
Renacer juntos, vivir intensamente por fin, todo aquello que imaginamos.
Si pudiera dejar de ser quien soy, me perdería entre los retazos de luz que, dando color a nuestras madrugadas, me transportan a esa vida que se me escapó contigo, a esa que imagino cada noche y anhelo cada mañana.
Si pudiera ser tan sólo Joaquín, dibujaría espejos que reflejaran tu cintura, pintaría tu cara recién levantada y tu cuerpo, acurrucado entre mis brazos, susurrando versos entre luces de bohemia y bailando melodías hasta el alba.
Si pudiera traspasar el tiempo, amor mío, rompería todos los moldes de convivencia para revivir contigo.
Pero posiblemente el hombre, no sería capaz de amarte con la intensidad que lo hace el artista. Posiblemente al hombre no le desnudarías tu alma entera.
Quizá algún día tenga los arrestos de confesar al mundo la dependencia a tu aroma, al color de tus ojos y los rizos que se te escapan de la trenza.
Mientras sueño con ese día, te escribo esta carta con el corazón entre mis dedos… Aunque nunca la recibas, estás siempre en mis pensamientos.
Tuyo para siempre.
Sorolla y sobre todo, Joaquín.
Esta carta bien podría ser la revelación de un amor inconfesable, pero no es más que la fantasía de quien escribe, imaginando amores prohibidos entre las pinceladas de este maravilloso pintor…
Quizá sea mi creencia de que, toda inspiración se desata con amores clandestinos, pero la verdad es que, tan solo él sabía de qué se alimentaba su alma y quién era su verdadera musa.
Los demás tan solo imaginamos admirando su obra… y es en ese momento cuando deja de ser exclusivamente suya y pasa a ser eternamente nuestra.
Este relato de aromas a brisa marina, lleva una receta muy potente: BONITO CON TOMATE
Magníficas las pinturas de Sorolla, y no menos magnífico tu texto.