LA LEYENDA INACABADA

Esta leyenda era un cuento que mi abuela me contaba cuando dormía en su casa. Nunca tenía el mismo final, aunque sí el mismo mensaje. Me encantaba escucharla y no saber nunca cómo iba a terminar y qué nueva aventura se inventaría. Así, se convirtió en una sinfonía siempre inacabada, que me ayudaba a soñar cuando era una niña.

Le prometí escribir un cuento pero, de momento, solo soy capaz de compartir esta leyenda sin un final, como su historia…

cenefa pajaritos

La Leyenda Incabada…

Se mantiene aferrado al suelo, impertérrito ante la fuerza imperiosa del mar. Las sacudidas nunca se dan por vencidas. A cada instante, las olas marcan con fuerza sus cicatrices.

Durante siglos la roca ha sufrido una transformación lenta y severa. Un latigazo y otro, cincelando su cuerpo de piedra.

Las enfurecidas olas, en todo este tiempo, mantienen el ritmo frenético de sus gigantescas convulsiones sobre el acantilado, rompiéndose para deshacerse en espuma blanca y calmar su furia durante un momento. Tan solo en esos instantes de sosiego, se vislumbra una playa de arena blanca con un risco en el centro que la divide en dos, anunciando la entrada a una pequeña caverna. Es como si durante ese segundo de paz pudiéramos ver el interior de sus entrañas, donde esconde su secreto mejor guardado. Aquella visión es tan efímera como la quietud de esas aguas. La roca se prepara para recibir la siguiente atacada, rítmica y rotunda. La ola, de nuevo, se revuelve violenta, para atacar la calma tras la tormenta.

playa misteriosa

Es siempre lo mismo. El paisaje dibuja un hermoso lugar, frío y solitario. La bruma densa y permanente envuelve el aroma del mar en un profundo misterio.

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Hay una pequeña aldea próxima al acantilado con no más de tres decenas de habitantes. La gente es esquiva y muy celosa de sus secretos. Se reservan para sus pensamientos y susurran con monosílabos. Ellos se creen los únicos supervivientes de la tierra. Quizá así sea, porque nunca, ningún viajero se asomó a la Costa del Fin del Mundo.

Dicen, que aquellos aldeanos conocen el enigma escondido bajo el acantilado, que llevan esa verdad en sus genes y lo transmiten de padres a hijos a lo largo de los siglos.

Son Los Arcanos, vigilantes sin tregua que interpretan las señales por insignificantes que parezcan. Son los que otean el camino de arena a la cueva, los que perseveran y corroboran indicios. Ellos saben que hay mucho más después del acantilado. Más tierra, quizá más vida. Como la roca y el océano, permanecen indestructibles esperando el momento en que la playa dorada y su caverna se abran al mundo desvelando su misterio. Dedican toda su vida a salvaguardar esta respuesta.

Se mantienen fieles a la misión para la que han nacido; observar el océano y actuar en consecuencia. No lo saben, pero son la esperanza, los únicos capaces de abrirse camino a un nuevo mundo porque hablan y escuchan con el corazón y comprenden el lenguaje de la piedra y las aguas. El risco quiere mostrar la otra orilla, pero el mar no se lo permite.

Y es que, las aguas saben que, el aleteo de las alas de un pájaro puede provocar un tsunami al otro lado del mundo, y mantienen sus mareas y sus ritmos sin aceptar cambios por insustanciales que parezcan.

ola gigante sobre acantilado

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Cuenta la leyenda que, en este último lugar de tierra conocida, las bajas temperaturas y el bravío océano, casi siempre enfurecido, hacen inaccesible el paso de cualquier humano al otro lado de la inmensa roca. Pero los arcanos son más que simples mortales. Son el eslabón que encuentra lo perdido. Los testigos de que el “non plus ultra” de este mundo no es un horizonte y que “el más allá”, comienza tras el acantilado.

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El ruido de los dos gigantes, agua y piedra, es atronador. Uno arremetiendo, el otro resistiendo. Una lucha sin cuartel, sin ganadores, ni perdedores, una sinfonía para siempre inacabada.

Así, cada mañana, los vigilantes escuchan a la ola retar al risco:

Ríndete, no puedes vencerme. Soy la naturaleza, la ley del mundo”.

Y cada mañana son testigos de cómo el risco le responde:

Mientras pueda imaginar que soy viento, resistiré, una a una, tus sacudidas y el mundo leerá en mis cicatrices por qué te sobreviví. Algún día se adentrarán en mis entrañas y lucharán a mi lado”.

No se conoce más sobre lo sucedido. Parece que este es el punto y aparte de esta leyenda.

cenefas hojas

Alguien dijo que, un día los arcanos cansados de esperar al mundo, decidieron cruzar la caverna. Otros piensan que se extinguieron de tanto esperar convirtiéndose en las olas que rugen y arremeten contra el acantilado.

Yo no pierdo la esperanza y creo que nos aguardan en algún lugar entre éste y el otro lado, esperando que la roca, vencedora por fín, muestre al mundo el camino a casa.

amanecer en la montaña


“La esperanza es como el sol, arroja todas las sombras detrás de nosotros”

Anónimo

Esta leyenda lleva un acompañamiento fresco, criado bajo las rocas, aguantando las sacudidas del mar: MEJILLONES DE CHASKA Y AGUACATE.

MEJILLONES CHASKA Y AGUACATE

2 respuestas a “LA LEYENDA INACABADA”

  1. Gracias Marisa. Un abrazo grande.

  2. Hermosa historia. La receta sabrosa y fresquita.

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