TREINTA VUELTAS AL SOL

   I  EL COMIENZO DE TODO

Duerme plácidamente acurrucada sobre su cuerpecito menudo. Sonríe, al tiempo que chupa su dedo gordo, como si encontrara en aquel miembro menudo el sosiego de soñar emociones maravillosas que le llenan de quietud. 

Su  cuerpo pequeño te hace pensar que está indefensa y asustada, pero bajo aquella piel delicada habita un espíritu salvaje  y valeroso lleno de luz.

 Su madre le habla constantemente. Es igual si son cosas nimias o trascendentes. Al cuerpecito tan solo le importa escuchar la melodiosa voz. Cualidad innata de esta madre, charlar a todas horas, parlotear y tararear incluso cuando no hay ninguna gana de escuchar.  Y la niña, en este camino de plática, ha  descubierto su habilidad de percibir emociones a través de sus sueños. 

Mientras tanto duerme horas y días y meses y nunca está sola. Le encanta nadar en esas aguas cálidas, llenas de vida, aguas que la alimentan, que la mantienen a salvo en este paraíso solitario y al tiempo tan lleno de imprescindibles. Allí no hay prisas, ni preocupaciones, solo la melodía del fluir de las aguas y la voz de  su madre que la canta unas veces y la cuenta otras. 

II LA RAZÓN DE TODAS LAS COSAS

Quisiste oler la tierra antes de lo que se esperaba porque 270 días eran demasiados para una cabeza pensativa como la tuya, siempre en ebullición. Quisiste sentir el mundo en tu piel antes de tiempo

Con ese primer aliento, ya sabías que adelantarse a los tiempos marcaría tu diferencia. Desde entonces mantienes tu idiosincrasia intacta. No has dejado de soñar ni de sonreír y  te sigues sorprendiendo igual que en tu primer cumpleaños que no levantabas un palmo del suelo y ya bailabas con tus manitas al viento.

 Hoy, con todos los sueños intactos y con otros nuevos que ni siquiera podrías imaginar, sigues la estela, el fluir de las cosas, siempre buscando tu espacio y disfrutando del sacrificio de encontrarlo.

La mujer del siglo XXI, como la niña de entonces, nunca se rinde. Entonces escuchabas secretos y vida en las entrañas de tu madre, hoy los compartís. Una vida para cada una y cada una en la vida de la otra.

 Luchadora incondicional, te caes y te levantas las veces que haga falta y tus rutinas están repletas de melodías, colores rojiblancos y de muchas letras. Ahora eres tú quien habla sin parar, quien busca y se encuentra.

Tras muchas candados rotos y bruscos cambios de rumbo,  has encontrado la estela que ilumina el camino. Pisas la vida con pie firme, acompañada de ese pellizco en el corazón. Te has convertido en una luchadora que no se deja arrebatar lo que es suyo. Década tras década reconoces la armonía de ser fiel a tí misma.

Y esta búsqueda se ha forjado a través del cariño. Un sentimiento imperecedero moldeado entre lágrimas y oscuridad que es  como se maceran las vidas añejas.

III COMO YO TE SIENTO

Y ya están aquí tus primeras treinta primaveras con sus inviernos fríos, algunos quizá, demasiado gélidos para alguien como tú, de sangre muy caliente. La luna se ha llenado trescientas sesenta veces y aunque no siempre te hayas fijado, ella, como tú, siempre está ahí, mágica e imperturbable, iluminando el infinito.

Y no me olvido del arma más poderosa que posees con cada paso que avanzas; tus sonrisas, esas que nunca te fallan; Incluso en los peores momentos, tus labios se deformaban en sonrisas de tristeza, pero al fin de cuentas siempre sonrisas que buscaban abrir ventanas  al sol.

Un alma de roble fundida  con el  amor a la familia, a los amigos que perduran en el tiempo, a la pareja que al fin se cruzó en el camino. Y cuando  estos tres amores se conciben en un equilibrio perfecto, nace la magia y  se hace carne para traspasar los poros de la piel y dejarse ver y sentir desde el ocaso hasta el alba.

Será que para un madre que ama sin medida, en el instante que te sentí entre mi piel, se congeló el tiempo. Desde entonces siento esa explosión de poder y luz que yo llamo FELICIDAD.  

Y así, en un abrir y cerrar de ojos, al menos para los míos, ayer te acunaba entre mis brazos y hoy van 30 vueltas al sol iluminando una vida cuasi imperfecta.

Disfrútala al menos como hasta ahora y nunca dejes de regalarnos tus sonrisas. Lo estás haciendo muy bien, mi vida. Yo, como siempre, te sigo queriendo hasta el infinito y más allá…

¡Feliz cumpleaños treintañera! 


Ella disfruta frente a una buena mesa, con un buen vino y la mejor de las compañías. Cualquier receta de casa, me inspira para acompañar esta entrada, pero voy a compartir su especial TARTA DE QUESO, una receta que hemos heredado toda la familia.


4 respuestas a “TREINTA VUELTAS AL SOL”

  1. Miguel Angel Bueno Saiz dice:

    Uno, normalmente, se suele sentir orgulloso de su sangre, sangre referida a su estirpe y herencia inmaterial. Se suele ser consciente de ello en general. Pero hay veces que la vives intensamente. Hay veces, sucesos y acontecimientos que te lo recuerdan y que se graban en tu propia carne a fuego. Te das cuenta que formas parte de algo a pesar de no haber participado activamente en ese algo, aunque sabes que ese algo siempre ha estado en tu corazón, en la lejanía, en el silencio y la ausencia, pero ahí ha estado. Muchas veces se dice que la vida ha hecho tal y cual cosa, pero son tus actos y acciones las que lo hacen. La vida la vives como quieres, no como puedes. Tu la eliges. Eres el dueño de tu vida y responsable de como la vives. Desde que la presencia de Dios y su amor anidan en mi corazón no miro al pasado, porque como dice el Evangelio eres un hombre nuevo, tienes que nacer de nuevo. Nicodemo, un sabio anciano fariseo no entendía esas palabras de Jesús. No entendía eso de nacer de nuevo. Y, en mi caso, en mi nuevo nacimiento, mi familia forma parte de mí con un orgullo que me hincha las venas. He leído la apología rojiblanca de mi sobrina del alma. Parecería algo nimio y superficial hacer hincapié a los colores de un equipo como referente de una vida. Hay cosas mucho más trascendentes, pero pocas que unan más. Es, como dice mi niñita, otra forma de vivir. Casi aunque no te guste el fútbol. Pero te emocionas con lo que emociona tanto a los que amas. Te emocionas con lo que forma parte de la felicidad de los amados…esa forma de vivir. Desde aquí quiero felicitar a un ser muy especial, mi sobrina. Y me uno a las palabras de su madre, que destilan amor por los cuatro costados. Hago mío, en la distancia, todo tipo de distancia, ese inmenso amor. Tu, Sandra, siempre has estado, estás, y estarás en mi corazón. Formas parte de mí, no solo porque perteneces a esa sangre, a esa estirpe. En la gran lejanía, te siento muy cercana. Siempre ha sido así y así será. Te he echado de menos y te echo de menos. Pero se que estás ahí y que yo estoy ahí. No tengo que buscarte. Estás… Felicidades mi niña y que Dios te bendiga.

  2. Besos enormes, Maikita.

  3. Que bonito Eli!!! Felicidades para las dos🎈🎈🎈😘

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