URSULINA Y PACO, UNA PAREJA DE RECIÉN CASADOS

Autor: Miguel Ángel Bueno

Zaragoza

Ursulina y Paco. Audiohistoria. Miguel Ángel Bueno.

Ursulina y Paco se dieron un beso y ella, al besarle le dijo a su Paco:

• Ahhhh  ¡cómo te huele la boca a tabaco ! Si no dejas ese vicio tan maldito, ya no nos casamos, querido Paquito!

Desde aquel momento, dejo Paco el vicio, haciendo al dejarlo un gran sacrificio.

Triunfó la coyunda de la nicotina y al fin se casaron Paco y Ursulina.

La noche de bodas hubo convenientemente comilona y baile como es consiguiente.

Terminose el baile y Paco al momento se llevó a Ursulina para el aposento.

Ursulina esperaba, como cualquier esposa, que allí le dijera Paco alguna cosa 

y el truhan de Paco se hizo el distraído y profundamente se quedó dormido.

Úrsula a Paquito, no le dijo nada de aquella conducta tan inesperada y pensó que su esposo se hallaba cansado, aunque no es lo propio de un recién casado…

Pasó una semana sin que Paco diera a su linda esposa ni un beso siquiera. 

Ni de hacerla un mimo Paco se acordaba y Úrsula tampoco se lo reclamaba porque no es correcto que una buena esposa deje de ser nunca digna y pudorosa.

Más de aquel estado se cansó de fijo y una noche a Paco, Úrsula le dijo:

• ¿Qué te pasa Paco? Es que te veo tan triste… ¿Es que de casarte ya te arrepentiste?

Y el truhán de Paco se hacía el dormido y le contestaba con algún ronquido.

A la madre entonces, ante aquel fracaso, Úrsula corriendo fue a contarle el caso. 

Y la vieja vino, echa un basilisco y le dijo al yerno:

• ¡Oye tú, Francisco! ¿Quieres contestarme inmediatamente, el porqué mi niña te es indiferente?¿ Es que no lo sabe o no lo supone que de todo casado son sus obligaciones?
• Sí, lo sé, Señora, eso se adivina, más la culpa de ésto la tiene Ursulina. Que deje de fumar, ella me ha pedido y yo, sin tabaco, soy hombre perdido. No puedo animarme, no tengo energías, no sé entusiasmarme, ni tengo alegría.

La madre y la hija dejaron a Paco y corriendo fueron a comprar tabaco. Y entre cigarrillos, picadura y puros le trajeron 135 duros. Y desde el momento en que llegó el tabaco, empezó la dicha de Ursulina y Paco.

Cada vez que un puro Paco se fumaba, de una nueva dicha Úrsula gozaba.

Y los dos contentos y los dos dichosos, fueron dos modelos de buenos esposos.

Y a los pocos días de esta paz bendita, de Úrsula a los padres, fueron de visita a ver a sus hijos, antes tan violentos, si con el tabaco se hallaban contentos.

• ¿Qué tal hija mía?– la madre le dijo – noto en tu carita cierto regocijo. ¿Con lo que la conducta que observaba en Paco era solamente por lo del tabaco?
• ¡Claro que era eso, madre idolatrada! Ahora sí, mamita, no me falta nada. Cada vez que fuma mi querido esposo, no hay hombre más digno ni más pudoroso. Ya no paso penas, ya no paso apuros… hoy ya se ha fumado 17 puros…

Don Juan Recadero, padre de Ursulina, hombre duro, nunca había fumado ni un solo puro.

Y la vieja quiso ver si con tabaco le sucedería lo mismo que a Paco, así que le dijo:

• ¿Por qué tú no pruebas fumar, Recadero, unas cuantas brevas… te noto hace tiempo tan alicaído, tan desamoroso, tan desfallecido, que puede que el ánimo a tí te levante y te sirva el puro como estimulante.

Don Juan Recadero contestó al momento, poniendo al hablar mucho sentimiento:

– No creas, esposa, que pueda el tabaco hacerme el efecto, lo mismo que a Paco. El ánimo mío ya no hay quien lo suba, ni aunque yo me fume la isla de Cuba.

“Que todas las noches sean noches de bodas. Que todas las lunas sean lunas de miel”

Joaquín Sabina.

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