Registros Akáshicos. El libro del alma.
El sencillo gesto de respirar despierta sensaciones, quizá ayer ignoradas.
Observar y conocer tu cuerpo.
Conectar con cada célula de tu piel.
Sentir un equilibrio, cuasi perfecto, al que solo puedes acceder desde tu mente.
Inhalar, retener, exhalar y permanecer aquí o volar a los confines de tus creencias.
Desde tu interior hasta el infinito y más allá…
Comienzo esta entrada por el final. Saboreando todo lo que me ha removido esta experiencia.
-I-
Un viaje por el que María me ha conducido de a poquitos, mostrándome el camino. Enseñándome cómo las barreras de mis pensamientos desparecen para dotarlos de alas y convertirlos en luz blanca, agitándose en un espacio sin límites, donde todo puede suceder.
Un espacio abierto se presenta ante mí y yo, cautelosa, me adentro en este aprendizaje que, siento, comienza a liberarme. Buceo en mi interior y, sin saber muy bien cómo, me expando para encontrar un tesoro escondido en lo más profundo del alma.
Quiero puntualizar que, esta experiencia nada tiene que ver con la religiosidad y tiene que verlo todo, ya que la creencia en una vida tras la muerte, sentir paz y seguridad comunicándonos con un ser superior, por diferentes canales de oración y preceptos, es común a todas las culturas y religiones.
Por tanto, intentaré transmitiros mis sensaciones cuando, por primera vez, he abierto el libro de mi propia alma, en estos registros akáshicos.
-II-
La lectura comienza con la voz, cálida y amorosa de María. Es el sonido del corazón, que te mece con cariño y mimo por las distintas etapas que vamos a transitar.
Para ello, crea un lugar inmaculado donde todo va a suceder llamando a los espíritus del Aire, Tierra, Agua y Fuego, recogiendo la sabiduría en cada una de sus formas, conectándonos a través de su luz.
Ella, tan joven pero tan sabia, toma el timón de este velero de luz que navega por mis entrañas. Ella, con esa capacidad de transmutarse en energía, se alinea con mis ángeles guardianes, con los espíritus que me protegen y alcanza mi alma para interpretar sus respuestas a mis preguntas.
Desde este instante, el camino que hemos recorrido juntas ha sido liberador.
Me ha mostrado que tengo luz propia y que el cambio proviene de uno mismo.
He aprendido que mis guardianes, ven, observan y me dicen… pero solo yo, puedo tomar las riendas de mi vida.
Viajando de la mano amorosa de María, siento mi pecho, toco mi corazón y la inspiración se hace más vital.
Mis ángeles, a través de ella, me dicen que yo soy la constructora de mis sueños. Y esos sueños tienen que ser exclusivamente míos, intransferibles. Porque si vivo en equilibrio, plenamente, estoy permitiendo a otros vivir y soñar en libertad.
-III-
Durante más de 100 minutos que ha durado esta experiencia, he conseguido tomar conciencia del por qué me ocurren ciertas cosas, por qué repito ciertos comportamientos, aun sabiendo que son perjudiciales.
María me ha mostrado este nuevo universo interior.
Encadenarse a cualquier tipo de cariño, no es amar.
Es como observar desde la playa las olas inmensas que envuelven un mar revuelto. Me mantengo alerta, atenta al espectáculo, pero no entro.
No es mi alma la que surfea en cada cresta de las olas. Son ellos los que pelean y disfrutan. Son su almas las que se hunden y remontan.
Respetar su voluntad, apoyar sus decisiones y darme permiso para hacer lo mismo sin sentirme culpable por ello.
Y encuentro, por fin, mi equilibrio.
Pero antes, me desprendo de estas cargas que ralentizan mis pasos. Ya no me pertenecen. No las necesito en este camino de inspiración.
Me pregunto cómo será despertar mañana sintiendo que, en cada página que escribo, estoy entregando algo al mundo. Respiro hondo, cierro los ojos y creo que es posible.
-IV-
En el último tramo de nuestro viaje, he encontrado un bosque inmenso.
He sentido la emoción de pasear entre árboles milenarios, percibir su fuerza en el susurro de los animales que allí habitan, el aroma a tierra mojada y el frescor del río caudaloso que baña sus tierras.
Mezclándome con los trinos de cientos de pájaros, percibiendo el susurro del viento, me empapo de su inmenso poder.
Y nunca he estado sola. En este paseo por mis sentidos, me ha acompañado la energía y el cariño de un perro lobo.
Mi amigo, mi concordancia. Su amor incondicional, desprendido me llena de paz y de ternura.
Él es la sincronía de todos mis animales, los que siempre han estado en mi vida. En los momentos más duros y en mis mejores momentos.
En cada recodo de este universo, María dirige mis pasos, sin interferir en mi viaje.
Me ha conducido a través de un portal donde me he reencontrado con mi yo – niña. Y, los tres, lobezno, mujer y niña, hemos cruzado de nuevo, para caminar juntos por este mundo sereno, limpio.
Sentadas muy cerca la una de la otra le doy las gracias. Porque esta pequeña niña que tengo delante, esta pequeña versión de mí, ha estado durante todo este tiempo cargando con mis miedos e inseguridades. Y nos ha mantenido, a las dos, a salvo. Asegurándose de que siempre, recibimos amor.
Le he ofrecido este paraíso, un lugar donde vivir en paz, sin presiones, ni obligaciones y he agradecido su esfuerzo
Ahora, esta pequeña sabe que es totalmente libre para hacer lo que quiera como una niña.
Por fin ha comprendido que somos los adultos, con la madurez que imprimen los años, libres y responsables para tomar las decisiones.
Hemos sellado el pacto con un abrazo de amor infinito.
Y ella se ha quedado allí donde pertenece, creciendo en libertad, para convertirse en una mujer espontánea, equilibrada y feliz.
-V-
La vida no comete errores. El aprendizaje nos conduce a nuestro lugar. Si algo he aprendido con esta lectura, es que nuestros seres de luz nunca nos reprocharán nada pero tampoco decidirán por nosotros. Ellos nos dicen. Nosotros escuchamos y activamos el cambio.
El cosmos se mueve por el libre albedrío, así que es inútil pedirle algo en lo que no creo. Tener fe en mí y luchar por conseguirlo. Es el “quid pro quo” que me exige el universo.
Desde sus antípodas hasta mi Mediterráneo, María interpreta lo que yo intuyo, pero no entiendo. Ella recibe esa energía que proviene de mis entrañas. Realmente, María es un ser de luz que me ha devuelto la esperanza.
Durante este viaje, nos hemos fusionado en una sola energía para recibir los mensajes de mi propia alma.
“Memorizo. Grabo en mi cuerpo. Aterrizo. Bajo todo esto a mis raíces, me creo este sostén, este suelo firme. Veo esta meta, le digo a mi cuerpo que ahí es donde vamos”.
¡Qué distinto sería el mundo si escucháramos nuestro interior!
¡Si nos viéramos con los ojos del alma!
¡Si abriéramos el corazón a lo inexplicable!
Gracias a mi conductora del alma, por despertarme de mi letargo.
Gracias por dejarme fluir, por ayudarme a entender que mi vida es un libro que escribo cada día, que solo mi poder interior es el que inspira cada página e ilumina mis sueños, plagados de calidez.
Finalizo esta experiencia con uno de sus pensamientos:
“Nuestra alma recuerda nuestro propósito, cada paso que hemos dado en esta vida y las anteriores.
Sabe lo que necesitamos escuchar.
La voz del alma es siempre una voz de amor, ilumina y guía sin juzgarnos.
Abre el portal de tu corazón y prepárate para recordar toda la sabiduría que tu alma conoce”.
“Hasta pronto, mi preciosa María”
Este viaje, también me inspiró y despertó sabores muy especiales, con mucho aroma a hogar. CANELONES DE ESPINACAS Y MOZZARELLA
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