A menudo salgo al universo y
recojo estrellas para todos.
Las escondo entre las páginas de los libros
o las cubro con un manto de nubes
para que no las opaque el sol.
Por las noches,
cuando su luz es imposible de ocultar y
no hay astro que ahogue su fulgor,
las hago salir de su claustro, y
como globos lanzados al viento, las arrojo al infinito
¡para que lluevan sobre los corazones rotos,
amputen sus yerros y alivien sus penas!
Pero hay días en que mis hombros están cansados
porque ya no son tan fuertes como antes.
¡¡Yo también me apago a veces – grito-
Me hundo en un bucle imperfecto, interminable y
preñado de indiferencia, que me deja un sabor amargo
a desgana y vacío.
Entonces suspiro por un poco de luz, pero
la oscuridad es mi mitad, y en la caída,
no encuentro a nadie lanzando estrellas para mí.
Marisa Ventura
Recuperamos los recuerdos, aromas y sabores con esta receta TARTA MIMOSA
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